Carabaña es un pueblo situado en el sudeste de la Comunidad
de Madrid, en la Comarca de las Vegas, a 50 kilómetros de Madrid, a 35 de
Alcalá de Henares y a 25 de Arganda del Rey.
Los primeros testimonios de estas tierras se remontan a la
época de la reconquista, Plutarco, en su libro “Vidas paralelas”, relata la
llegada de los romanos a Caraca y como consiguen dominar a los moradores de las
cuevas del Tajuña: los caracitanos.
En el siglo I a.C. el general Sertorio llega a las orillas
del Tajuña. Los caracitanos resisten en sus cuevas y se burlan de la imposibilidad del general para
vencerles. Tras varios intentos fallidos, Sertorio decide utilizar su ingenio y
ordena a sus soldados amontonar tierra y cenizas frente a las cuevas y espera
que la naturaleza haga el resto. A la mañana siguiente el “Cecio”, viento del
norte que sopla en la vega del Tajuña, sacude la tierra que asciende como una espesa
polvareda hasta taponar la entrada en las cuevas. Los caracitanos que intentar
salir son cegados por la tierra. Tras varios días de sitio, se rinden ante el
general romano.
Palacio del Virrey
Iglesia de la Asunción S-XVI
Fuente del Tablado
La fundación de Carabaña está fechada, según las crónicas,
en el año 53 a.C., en plena romanización de la península. Carabaña es uno de los pueblos mas antiguos de la Comunidad de Madrid.
Es una sorpresa el mapa elaborado por la Comunidad de Madrid de los Bienes de Especial Protección que sitúan a la zona de Carabaña a la cabeza del Patrimonio Artístico Cultural con 92 enclaves.
Las Fiestas Patronales son el 14 de septiembre El Cristo de la Paz y el 13 de diciembre Santa Lucia.
En el año 1880 el vizcaíno Ruperto Chávarri, descubre durante
una cacería, el extraño sabor de las aguas del manantial del cerro de la Cabeza
Gorda. Sus conocimientos como dueño de una farmacia en Antón Martin (Madrid) le
hacen sospechar que las propiedades del agua pueden ir más allá de su
particular sabor. Encarga un estudio a su amigo y compañero de cacería Juan
Bautista Santonja. Este comprobó lo que la sabiduría popular ya conocía, las
propiedades medicinales de estas aguas.
Las primeras botellas se comercializaron en la
farmacia-drogueria de Chávarri, quien desde el primer momento busca el aval
para su descubrimiento. Tan solo tres años más tarde eran declaradas “aguas
minero-medicinales”, poco después la medalla de plata de la Exposición Nacional
Farmacéutica y la de oro en el concurso científico de Paris.
Posteriormente, Chávarri manda construir un balneario que no
llego a ver en funcionamiento y se utiliza durante décadas como casa familiar
de recreo.
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